miércoles, 5 de noviembre de 2014

Corrección adaptación "El hombre de la piel de oso"

Mi adaptación podría estar destinada para niños de 3º y 4º de Primaria

EL HOMBRE DE LA PIEL DE OSO

Hace muchos años, había un joven llamado Martín que regresó de la guerra. Tenía apenas 20 años y era el hijo pequeño de una familia pobre con dos hermanos mayores. Había pensado que luchando en el frente, conseguiría dinero y ayudaría a su familia a vivir mucho mejor. Pero la guerra acabó y aunque había luchado valientemente y todos conocían su valor, regresó a su casa tan solo con su fusil y su uniforme de militar destrozado.
Cuando llegó a su casa, se encontró que sus padres habían muerto y que sus hermanos se habían quedado con la casa y no podían acogerlo porque ambos habían creado una familia y no tenían sitio para que se quedara.
Después de toda la tristeza de la pérdida de sus padres y que sus hermanos no podían acogerle, le tocó buscarse la vida. Fue por distintos sitios en busca de trabajo pero no obtuvo nada pues, no había realizado ningún oficio y nadie quería darle una oportunidad.
Cansado de esta situación, un día llegó a un pueblo abandonado en el que no había nada. Las calles estaban llenas de escombros. Martín pensó que seguramente el pueblo habría sufrido algún tipo de catástrofe que habría acabado con ese lugar. Anduvo durante un rato observando lo que quedaba del pueblo. Cuando llegó a la plaza, se acercó a una fuente para beber agua, pero la fuente estaba vacía por lo que decidió sentarse en ella para descansar y ver que hacía con su vida. De repente a lo lejos vio a un hombre que parecía de edad avanzada vestido de verde. Sus ropas debían de ser caras porque brillaban y cuando estuvo lo suficientemente cerca, se dio cuenta que era un hombre anciano con una barba muy larga y blanca. Se acercó a él y le preguntó  que hacía en ese lugar y si necesitaba ayuda a lo que Martín respondió que depende de la ayuda que le ofreciera y lo que le iba a costar esa ayuda. El anciano le respondió que no le costaría nada. Le ofrecería ser el hombre más rico del mundo sin nada a cambio
Pero Martín, que no se fiaba mucho del anciano le pidió unas condiciones para que le diera lo que le prometía, a lo que el anciano le contestó que antes de darle lo que le estaba ofreciendo tenía que comprobar si era un cobarde o no. Martín respondió que él había sido soldado y por ello no podía ser cobarde
Una vez escuchado esto, el anciano le pidió a Martín que se diera la vuelta. De repente detrás de él, se encontró a un oso enorme que se estaba abalanzando sobre el, por lo que cogió el fusil y le disparó al pecho y el oso cayó muerto.
Cuando el hechicero comprobó que no era un cobarde le dio las condiciones para sellar el trato. El anciano era Peares, el hechicero más poderoso de esas tierras y le gustaba ofrecer cosas a las personas que no tenían ningún tipo de poderes para ver cómo respondían y le ofreció a Martín todo tipo de riquezas a cambio de que este fuera su esclavo.
Cuando Martín oyó eso le preguntó que tenía que hacer para dejar de ser su esclavo. Peares, sonrió y le dijo que todo dependía de lo valeroso que fuera y que si era capaz de vencerle no tendría que ser su esclavo. El joven le pidió las condiciones antes de sellar el trato
El anciano le empezó a dar las condiciones diciéndole que le iba a entregar las  ropas que llevaba puestas. El traje era mágico, cada vez que metiera la mano en el bolsillo sacaría puñados de monedas de oro y lo podría usar las veces que quisiera.
Martín le preguntó que tenía que hacer a cambio. Peares le contestó que no tenía que hacer nada a cambio, simplemente tenía que vivir durante siete años en las condiciones que él le impusiera. Durante esos siete años debería de llevar puesta esa ropa, debería ponerse la capa que él quiera, no podría ni lavarte, ni cortarse el pelo ni las uñas, ni cambiarse de ropa, ni tampoco podría rezar.
El joven se quedó pensando que tenía fuerza y fe suficiente para estar siete años viviendo en esas condiciones por lo que aceptó el acuerdo con el poderoso hechicero. El hechicero se quitó las ropas y se las entregó al joven. Lo primero que hizo el joven fue meter la mano en el bolsillo para comprobar si sacaba oro de él y así fue, saco un montón de monedas de oro. Después el poderoso hechicero le entregó la capa que era la piel del oso que había matado antes. El joven aceptó el trato. Si durante esos siete años el joven moría, el hechicero le reviviría con magia negra y le haría su esclavo, si al final de esos siete años continuaba vivo el hechicero le daría toda la riqueza que hubiera acumulado durante esos siete años y desaparecería de su vida para siempre. Ambos quedaron en que una vez pasaran los siete años se encontrarían en el mismo lugar en el que estaban en ese mismo momento.
Una vez que el hechicero se marchó, Martín empezó a pensar que haría con tanto dinero y comenzó su andadura. Lo primero que hizo fue comprarse una casa e iba guardando dinero para cuando pasaran los siete años.
Durante los primeros días se dedicó a la buena vida, a tener comida, a dormir en camas lujosas, a beber, etc. La  gente lo veía como un hombre rico con mucho dinero para gastar. Pero según iba pasando el tiempo tanto el aspecto como la falta de higiene hizo que la gente se alejara de él. Empezó a tener muchos problemas porque la gente no le aceptaba y decidió cambiar de táctica. Se dedicó a ayudar a la gente que lo necesitaba, les daba dinero pero a cambio les pedía que comprara comida para los dos, puesto que no le dejaban entrar a ningún lado por el olor y que rezara a Dios por su salvación, por su perdón y porque se mantuviera vivo durante esos siete años.
Así fueron pasando, los meses, fueron pasando los años y cuando habían pasado cuatro años el hombre de la piel de oso era una verdadera bestia lleno de pelo, sucio, maloliente y además, como no le dejaban dormir en ningún sitio, tenía que dormir en el suelo. Ya apenas nadie se acercaba a él pero Martín continuaba ayudando a la gente, aunque muchas veces era desde lejos.
Un día estaba durmiendo detrás de un pajar donde le habían dejado pasar la noche. De repente oyó un llanto, se asomó y vio a un hombre mayor apoyado en el pajar llorando muy bajito. Le preguntó que le pasaba a lo que el hombre contestó que había pedido un préstamo que ahora le reclamaban y que como no tenía dinero tenía que dar su casa a cambio, pero tenía tres hijas que aún estaban sin casar y que lo más probable es que lo mataran y sus hijas se quedaran solas. El hombre de la piel de oso le dio todo el dinero necesario para pagar la deuda. El hombre lo abrazó y estaba tan agradecido le ofreció que se podía casar con una de sus tres hijas y lo invitó a su casa.
Martín no tenía pensado el casarse pero quería un lugar caliente donde dormir y comer y si además, encontraba una esposa que lo quisiera mejor, así pues se fue con el anciano. Cuando llegaron a la casa se encontró con dos de las hijas que eran muy guapas pero a la vez un poco tontas. Como buenas hijas prepararon la habitación para su huésped pero hablaron con su padre y le dijeron que como podía haberlo traído a su casa que parecía un monstruo, que podía estar enfermo, etc. pero el padre les contestó que les había pagado la deuda y que se portaran bien con él aunque ellas no hacían más que reírse de él. Pero Irene, la hija más pequeña y la más hermosa de las tres no miraba su aspecto físico, sino que lo miraba a los ojos y en ellos vio mucha bondad.
Durante los días en los que el hombre con la piel de oso estuvo allí, los dos jóvenes se conocieron y se enamoraron. Él no hacía más que decirle que en cuanto pasaran tres años las cosas cambiarían aunque nunca le contó cómo había llegado a esa situación, simplemente le dijo que había hecho una promesa.
Cuando Martín se fue para seguir su camino, Irene le dijo a su padre que ella aceptaba casarse con el hombre de la piel de oso. Martín se puso muy contento, pues él también se había enamorado de la chica. Cogió uno de los anillos que llevaba puesto y le puso una cuerda para que Irene se lo pudiera colgar del cuello, después cogió otro anillo e hizo lo mismo y se lo colgó el de su cuello y la dijo que la esperara durante tres años más. Si no volvía es que había muerto y era libre para hacer lo que quisiera, si volvía y lo reconocía se casarían.
El hombre de la piel de oso continuó ayudando a la gente y pidiéndoles que rezaran por su alma.
Cuando pasaron los tres años que faltaban, el hombre de la piel de oso volvió al mismo lugar donde siete años atrás, se había encontrado con el hechicero y se sentó a esperarle. Cuando este llegó estaba bastante enfadado y le pidió sus ropas pero antes Martín le pidió que le devolviera su aspecto. Le desapareció la barba, las uñas largas, el pelo largo, volvió a ser el mismo pero siete años más envejecido pero más fuerte y apuesto. El joven le dijo que ya no se volverían a ver a lo que el hechicero le respondió que no.
Nada más recuperar su aspecto fue a su casa a ver si su dinero seguía allí, se compró ropas nuevas y lujosas, un caballo y una carroza y se fue buscar a su enamorada. Cuando llegó a casa de Irene pidió posada para poder dormir allí.  A la hora de la cena las dos hermanas mayores se vistieron muy guapas para ver quien se quedaría con él pero Irene estaba cabizbaja y vestida de negro. Cuando ella se levantó a recoger la mesa, Martín dejo su anillo en el vaso de la chica y cuando fue a beber lo vio, entonces le miró a los ojos  y se dio cuenta que era la misma mirada que el hombre de piel de oso. Ambos se abrazaron y se besaron. Las hermanas muertas de la envidia abandonaron la casa.
El día de la boda de los jóvenes llamaron a la puerta de la casa del anciano. Martín la abrió y para su sorpresa allí estaba Peares, el joven le preguntó que hacía allí pues no tenían nada más que hablar. Peares le contestó que había perdido a un esclavo pero había ganado dos. Martín no entendía nada y el hechicero le explicó que fue en busca de las hermanas y accedieron a sus condiciones. Pero la avaricia pudo con ellas y no cumplieron el trato con el hechicero por lo que ambas se convirtieron en sus esclavas.

CONCLUSIÓN

Los cambios que he realizado en la historia no son muchos. Primero he puesto nombre a los protagonistas porque pienso que así será mucho más sencillo para los niños de seguir con la historia y no perderse. Otro cambio realizado es el demonio por el hechicero porque bajo mi punto de vista los niños están más acostumbrados a oir más a los hechiceros por las novelas fantásticas que el demonio. El tercer cambio realizado es que los hermanos no le quieren acoger porque pensaban que estaba muerto (como ocurre en  cuento original), sino que no tenían sitio para acogerle, este cambio lo he realizado porque bajo mi punto de vista, los niños no creen que los hermanos puedan hacer eso. El cuarto cambio que he realizado es el lugar en el que se encuentran Martín y el hechicero, he cambiado el desierto por un pueblo abandonado porque considero que es más fácil encontrar un pueblo devastado por la guerra que un desierto. El último cambio que he realizado es el suicidio de las dos hermanas porque pienso que es muy fuerte para los niño, también he explicado porque el hechicero dice que ha ganado dos almas porque bajo mi punto de vista, los niños no entenderían bien ese final.
He mantenido el planteamiento, nudo y desenlace como en el cuento original. Respecto a la psicología evolutiva los niños a los que he pensado con la adaptación del cuento a estas edades está centrado en las operaciones concretas en las que han dejado a un lado el egocentrismo y se pueden ver reflejados con el protagonista en el momento en el que comienza a ayudar a los demás.

WEBGRAFÍA


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